Bueno, bueno, bueno...¿qué es ésto? Esta es la carta número 16 del Tarot. LA TORRE, y ésta es su historia el día 7 de julio de 2009 a las 19:03 de la tarde.
Antes de nada, deberías estar dispuesto a aceptar (aunque sólo sea durante estos 5 minutos de lectura) que todo lo que te han contado hasta ahora, y todo aquello en lo que creías, probablemente no sea cierto, y que incluso tú podrías no ser quien creías ser. Es posible incluso que sea yo el que trate de engañarte, aunque eso es lo de menos. Simplemente lee. Veamos.
Debido a que nacemos sin saber nada, la familia, las religiones, los periódicos, el gobierno, la televisión, los demás, son los que se encargan de decirte lo que está bien y lo que está mal; si lo aceptas, te premian y te adulan, y si no lo aceptas, te castigan física y/o moralmente...A eso se le suele llamar educación; mitad domesticación a través del miedo, y mitad programación. De este modo, vamos aprendiendo lo que está bien y lo que no. Si haces lo que te dicen, te darán cariñitos, y si no lo haces, una reprimenda. Creo que todos lo hemos vivido. Hace años en el colegio me dijeron que dos y dos eran cuatro; el día en que lo grabé en mi mente, me premiaron, y me dijeron que era muy listo. Así aprendemos lo que la sociedad considera que debemos de saber.Antes de nada, deberías estar dispuesto a aceptar (aunque sólo sea durante estos 5 minutos de lectura) que todo lo que te han contado hasta ahora, y todo aquello en lo que creías, probablemente no sea cierto, y que incluso tú podrías no ser quien creías ser. Es posible incluso que sea yo el que trate de engañarte, aunque eso es lo de menos. Simplemente lee. Veamos.
Una vez educados, se supone que ya somos personas “normales”, que ya podemos definirnos, saber quiénes somos y lo que queremos, lo que es verdad y lo que es mentira, lo que se debe pensar y lo que no, lo que se debe hacer o lo que está prohibido, y siempre desde las categorías que nos han enseñado “otros” que lo han estudiado, deliberado, investigado, impuesto o por “revelación divina”¿?
Así nos vamos creando un ego, y decimos que somos tal o cual cosa. Poco a poco nos vamos inventando un personaje, aceptando determinadas cosas y rechazando otras. Nos vamos definiendo, vamos creando nuestra propia Torre, nuestros conceptos desde donde miramos y definimos al mundo. Nos sentimos seguros sabiendo quiénes somos, qué tenemos, lo que queremos, y todas esas cosas que nos inventamos -y nos inventan- sobre nosotros mismos.
Y nos lo creemos, pues normalmente este YO nos encanta, ya que solemos agregarle la mayor parte de las virtudes habidas y por haber. Estamos orgullosos de esa imagen que nos hemos creado, y todo está perfectamente ordenado en nuestras cabezas. Poco a poco nos vamos encerrando en Torres en las que nos sentimos seguros: “mi” familia, “mis” amigos, “mi” dinero, “mi” trabajo, “mis” ideas, “mis” conocimientos, ”mi”, “mi”, “mi”...lo que sea. Sin embargo, ¿es mía mi familia?, ¿y mis amigos?¿son mías mis ideas?, ¿puedo hablar de un trabajo como algo “mío”?...creo que deberíamos meditar el asunto para darnos cuenta de que todas esas cosas no son tan “nuestras”.
En estos asuntos me gusta imaginar cómo sería yo si hubiese sido adoptado por otra familia de otro país. ¿Quién coño sería yo?¿Qué pensaría? Seguro que mis pensamientos serían muy diferentes, y mi forma de ver la vida. Pero seguiría siendo yo. Resulta extraña la sensación, y te das cuenta de que lo que tú eres es otra cosa muy diferente a lo que pensabas.
Pasamos la vida mirando al mundo por unas pequeñas ventanas, desde “nuestros” puntos de vista (ciertamente muy limitados) y con ello creemos saber toda la verdad; nos subimos a nuestra propia atalaya desde donde juzgamos al mundo, y no nos salimos de ella; sin embargo, parece que más que en un Torre, vivamos en una prisión. Si te fijas, has de ver que esa Torre del Tarot no tiene ni una sola puerta por donde salir. Tan seguro has querido estar en tu mundo que te has hecho prisionero a ti solito. No nos habíamos dado cuenta, pero nuestras construcciones mentales nos mantienen cautivos.
Si construímos un sistema rígido de cualquier tipo, y lo coronamos rey, entonces nos convertimos en sus prisioneros. No somos libres pues de movernos ni de cambiar con el tiempo, así como tampoco somos libres de establecer contacto con la tierra ni de ser tocados por las distintas estaciones.
Mucha gente pasa su vida en esta prisión sin saberlo. Nos creemos libres, creemos saber lo que está bien y lo que no, lo que es bueno y lo que es malo, lo que es verdad y lo que es mentira, lo que somos y lo que no; básicamente, creemos saberlo todo, incluso acerca de los demás, y de cómo deberían de ser para ser tan buenos y perfectos como nosotros -nuestra imagen- lo somos. Sin embargo, resulta que incluso no sabemos nada acerca de nosotros. Nos hemos inventado algo que creemos ser, pero que en realidad no somos; por ejemplo; ¿sería yo cristiano si mi familia y mi país fuesen musulmanes? Casi con toda certeza, no lo sería, pero sin embargo creemos que sí, que somos cristianos, creemos que debemos de actuar como otros nos dicen que actúan “los cristianos” (¿?) e incluso llegamos al desvarío de creer que nuestra religión es la única verdadera y somos capaces de cometer las más grandes atrocidades...porque creemos a alguien que dice hablar en nombre de un Dios que tiene barba!!! La Historia y el presente están repletas de ejemplos.
Que funcionamos así en gran medida también lo posemos observar cuando conocemos millones de personas -robots-- que no respiran aire puro en su vida, gente que desciende de su casa, de su torre, en un ascensor cada mañana, de “sus” casas a “su” garaje subterráneo, desde donde conducen “su” coche hasta otro garaje, subiendo en ascensor hasta otra Torre, donde se haya “su” oficina y “su” trabajo, donde pasan todos “sus” días. Al llegar la noche, se invierte el esquema, y vuelven a “su” casa como ratas presas en una jaula de hormigón. Esa es su vida, nuestra miserable vida por la que tanto esfuerzo derrochamos. La Civilización, la Torre ideológica coronada por el hombre.
Llegado a este punto puede ocurrir que, sin saber muy bien cómo ni cuándo, “el rayo celeste”, un suceso externo que desbarate toda tu construcción mental (y por consecuencia también “material”) que previamente y con tanto empeño habías creado. En determinado momento de tu vida, esas construcciones que has logrado con tanto esfuerzo y esmero, con las que te sentías tan seguro y orgulloso, podrían ser destruídas por los acontecimientos. La vida te da sorpresas, sorpresas que te da la vida. Podría llegar el día en que tu Torre sea atacada, y tú salgas despedido hacia afuera de élla.
Hay momentos en que la vida nos despoja de esa seguridad por la que tanto habíamos luchado, y de la que nos sentíamos poseedores, para devolvernos la libertad; a pesar de todos tus esfuerzos para conseguir todo aquello con lo que tan seguro te sentías, “un rayo del cielo” te dice que no, que salgas afuera de tu Torre porque dentro estás perdiendo el tiempo, que tienes que ViVir La Vida.
El shock puede ser brutal o no, en función de cómo te lo tomes. Creo que lo mejor en estos casos es la simple aceptación. Pensar “así es”, Amén. ¿Qué es lo que hago ahora? Resistirse no arreglará nada. El rayo que se nos muestra en la carta proviene del cielo, está por encima de nosotros y nuestros conceptos, y viene a liberarnos, pues, aunque no lo supiéramos, estábamos confinados y cautivos. Todo será por nuestro bien, porque este ataque a tu mente, a tu Torre, te ha liberado. Lo que creías tu hogar, era tu prisión. Todo aquello que te limitaba hoy no te limita. La luz entra de nuevo en tu Torre.
Has dado un paso más hacia la libertad, un gran paso, y muy bonito. Así que por si no nos vemos luego...buenos días, buenas tardes, y buenas noches.
;)
“Un ser humano es parte de lo que nosotros llamamos universo, una parte limitada en el tiempo y espacio. Él experimenta consigo mismo, sus pensamientos, sus sentimientos como algo separado del resto… un tipo de ilusión óptica de su conciencia. Esta ilusión es una especie de prisión para nosotros, la cual nos restringe a nuestros deseos personales y afecto a algunas personas cercanas a nosotros. Nuestra tarea debe se liberarnos de esta prisión por medio de la ampliación de nuestro círculo de compasión, de abrazar toda criatura viviente y toda la belleza de la naturaleza.”
-Albert Einstein.